Siempre he deseado vivir en un gran piso de algún edificio antiguo, de esos en los que te quedas mirando y ves que tienen mucha historia y encanto en sus fachadas en el centro de una gran ciudad.
Un piso que debe de ser muy luminoso, de techos altos, con grandes ventanales, baldosas antiguas, suelos de madera y cómo no, con un balcón lo suficientemente grande como para poder salir a disfrutar en las noches de verano del aire seguramente demasiado cálido. Un lugar donde los diversos estilos decorativos que me apasionan convivan y en el que sienta que estoy en casa.
¿Cómo sería tu piso ideal?
Una vez que encuentras ese piso tan deseado llega una de las mejores partes en la creación de tu hogar, el momento de su decoración. Parece que sea muy simple decorar el salón o el dormitorio, y si te da igual el resultado final pues si que lo es, basta con que compres la primera lámpara que veas que te gusta, el primer sofá y el primer canapé abatible que veas sin más preocupación, aunque el estilo que consiga transmitir no tenga mayor importancia ni protagonismo.
Lo que realmente marca la diferencia es el mimo y la dedicación que pongas a la hora de vestirla, no basta con simplemente amueblarla con un sofá que te guste tiene también que aportar en mi caso un diseño moderno, sencillo y funcional y que a su vez conviven con elementos decorativos de estilo más antiguos.
No sé ni cuántas tiendas de decoración llegué en su momento a recorrer, no debí dejar ni una sola, y no una vez sino que a más de una tienda fui como tres o cuatro veces que si a ver que muebles tenían en la exposición, que si a pedir presupuestos que si, que si, que si… hasta que por fin puedo decir que he conseguido tener mi hogar.