¿Puede el ser humano ser una biblia perfecta?
Ser humano es ser imperfecto. Sí, esperamos una perfección y precisión absolutas cuando se trata de cosas como aviones, automóviles o la ingeniería que hay detrás del puente por el que conducimos todos los días. Y la gente asume naturalmente que los productos que compran funcionarán al menos según el estándar anunciado. Pero en los aspectos de la vida que requieren cierto grado de expresividad humana, la perfección absoluta no sólo es imposible de producir, sino que normalmente no conduciría a mejores resultados aunque lo hiciera. Pensemos en una actuación musical, una forma de expresión humana que tiene mucho en común con la comunicación interpersonal, incluidas las presentaciones y la oratoria. Hoy en día, los ordenadores pueden generar música que suena prácticamente indistinguible de la creada por músicos reales. Sin embargo, estudio tras estudio, cuando se pide a las personas que elijan entre dos versiones de una canción, casi siempre eligen la versión interpretada por seres humanos. Pero, ¿por qué? Un artículo de la revista New Yorker de 2013 que explora los misterios del sonido y la música aborda esta cuestión. En este artículo, Adam Gopnik informa sobre el trabajo de Daniel Levitin, quien descubrió que la gente prefiere escuchar el sonido de un humano tocando una pieza musical -aunque la versión creada por un humano tenga pequeños errores- que el de un ordenador tocando perfectamente la misma pieza. El artículo del New Yorker dice que Daniel Levitin mide las imperfecciones observando el Vibrato (no aterrizar perfectamente en la nota) y el Rubato (no mantenerse perfectamente en el ritmo).
¿Son los humanos perfectos?
Estoy de acuerdo con Sir Peter Medawar (1915-1987), que dijo: «En términos de cumplimiento de las intenciones declaradas, la ciencia es incomparablemente la empresa más exitosa que los seres humanos han emprendido». Sin embargo, a pesar de su gran valor, la empresa científica no es perfecta, un hecho que a menudo ignoran quienes la promueven. No debemos idealizar la ciencia.
La función de la ciencia es proporcionar explicaciones naturales del mundo natural. Para ello, utiliza el «método científico», una especie de sentido común formalizado. El científico examina primero los conocimientos actuales sobre un fenómeno aún no explicado y formula una hipótesis (una suposición informada) sobre la explicación. Esta hipótesis, que debe ser refutable, se utiliza para hacer una predicción sobre el fenómeno, que luego se pone a prueba mediante experimentos. Si los resultados experimentales apoyan la hipótesis, se diseñan nuevas pruebas. Si todas las pruebas siguen apoyando la hipótesis, la confianza en ella aumenta y, finalmente, la hipótesis se eleva a la categoría de teoría, la mejor explicación de la ciencia.
Citas de humanos imperfectos
«Hoy afirmo que no hay nada en mí más que amor. Este amor proviene de la aceptación total de mí mismo y de la comprensión de que soy un ser humano perfectamente imperfecto. Caminaré a través del día de hoy y me permitiré expresar plenamente mi perfección. Me doy cuenta de que todos mis «defectos» son en realidad la forma única del Universo de expresarse a través de mí. Dejo ir el juicio propio y cualquier juicio proyectado de otros que he elegido creer y finalmente me permito ser lo que realmente soy: infinito. Como esto es cierto para mí, también lo es para todos los demás seres del planeta. Elegiré aceptar a todos en mi vida con la misma aceptación radical que tengo para mí mismo, sabiendo que todos somos seres humanos perfectamente imperfectos que simplemente hacen lo mejor que pueden. Y así es». – Jackson Kiddard
Cuando era más joven y me preguntaban «¿Cuál es su debilidad?» durante las entrevistas, solía responder con «¡Soy perfeccionista!». En aquel momento pensaba que mi respuesta era genial porque significaba que me esforzaba mucho por ser perfecto y eso no podía ser tan malo.
Los humanos no son una biblia perfecta
El imperativo categórico (alemán: kategorischer Imperativ) es el concepto filosófico central de la filosofía moral deontológica de Immanuel Kant. Introducido en la obra de Kant de 1785, Fundamentos de la metafísica de la moral, es una forma de evaluar las motivaciones para la acción. Es más conocida en su formulación original: «Actúa sólo según aquella máxima que puedas, al mismo tiempo, querer que se convierta en una ley universal»[1].
Según Kant, los seres sensibles ocupan un lugar especial en la creación, y la moral puede resumirse en un imperativo, o mandamiento último de la razón, del que derivan todos los deberes y obligaciones. Define un imperativo como toda proposición que declara necesaria una determinada acción (o inacción). Los imperativos hipotéticos se aplican a alguien que desea alcanzar determinados fines. Por ejemplo, «debo beber algo para calmar mi sed» o «debo estudiar para aprobar este examen». Un imperativo categórico, en cambio, denota una exigencia absoluta e incondicional que debe ser obedecida en cualquier circunstancia y se justifica como un fin en sí mismo.