Los edificios de Tokio son a prueba de terremotos
Italia no es ajena a los terremotos, ya que ha sufrido eventos sísmicos mortales que han destrozado comunidades. El 60% de los edificios del país se construyeron antes de una ley de 1974, que introdujo normas para las construcciones en zonas de riesgo. Por ello, la presión es para que los edificios estén preparados para el futuro, y los materiales biológicos podrían desempeñar un papel importante.
En abril de 2009, un devastador terremoto destruyó una de las ciudades antiguas más bellas de Italia, L’Aquila, causando más de 300 muertos y 1.600 heridos. Ocho años después, el centro de Italia volvió a sufrir violentos eventos sísmicos que afectaron a cientos de personas y destruyeron un patrimonio cultural de incalculable valor.
Mientras el país trata de proteger los edificios contra futuros estragos y de servir de ejemplo a otros países europeos con riesgo de terremotos, un informe publicado por la organización medioambiental italiana Legambiente destaca un centenar de materiales innovadores, concretamente de base biológica, que pueden utilizarse para construir viviendas seguras y sostenibles, entre los que destaca la madera por su enorme potencial.
Diseño sísmico
Cuando el temblor comenzó a las 5:46 de la mañana, Yasuhisa Itakura, arquitecto de una gran empresa constructora japonesa en Kobe, estaba sentado en su escritorio terminando un informe en el que había trabajado toda la noche. Su oficina se balanceó, pero los libros permanecieron en sus estantes y nada se cayó de su escritorio.
El Sr. Itakura había sido protegido de la violencia del terremoto porque su edificio de oficinas de tres pisos estaba asentado sobre una base experimental hecha de caucho, una versión temprana de una técnica de ingeniería llamada aislamiento de la base.
La técnica que protegió el edificio del Sr. Itakura se utiliza hoy en día en unas 9.000 estructuras en Japón, frente a sólo dos docenas en el momento del terremoto de Kobe. Otros miles de edificios del país han sido equipados con dispositivos de absorción de impactos que pueden reducir en gran medida los daños y evitar el colapso.
Pero, con notables excepciones, como la nueva sede de Apple en Silicon Valley, estas innovaciones se han utilizado muy poco en Estados Unidos. Los defensores de la seguridad sísmica describen esta situación como una oportunidad perdida para ahorrar miles de millones de dólares en costes de reconstrucción tras el inevitable «Big One».
Significado antisísmico
Modelo de la Gaiola pombalina (jaula pombalina), una estructura arquitectónica de madera antisísmica desarrollada en Portugal en el siglo XVIII para la reconstrucción del centro pombalino de Lisboa tras el devastador terremoto de 1755
Las estructuras antisísmicas o asísmicas están diseñadas para proteger los edificios en mayor o menor medida de los terremotos. Aunque ninguna estructura puede ser totalmente inmune a los daños causados por los terremotos, el objetivo de la construcción antisísmica es erigir estructuras que se comporten mejor durante la actividad sísmica que sus homólogas convencionales. Según los códigos de construcción, las estructuras antisísmicas están pensadas para soportar el mayor terremoto de cierta probabilidad que pueda ocurrir en su ubicación. Esto significa que la pérdida de vidas debe minimizarse evitando el colapso de los edificios en caso de terremotos poco frecuentes, mientras que la pérdida de la funcionalidad debe limitarse en los más frecuentes[1].
En la actualidad, existen varias filosofías de diseño en ingeniería sísmica, que hacen uso de resultados experimentales, simulaciones por ordenador y observaciones de terremotos pasados para ofrecer el rendimiento requerido para la amenaza sísmica en el lugar de interés. Éstas van desde el dimensionamiento adecuado de la estructura para que sea lo suficientemente fuerte y dúctil como para sobrevivir a las sacudidas con un daño aceptable, hasta dotarla de aislamiento de la base o utilizar tecnologías de control de las vibraciones estructurales para minimizar las fuerzas y deformaciones. Mientras que el primero es el método que suele aplicarse en la mayoría de las estructuras antisísmicas, las instalaciones importantes, los monumentos y los edificios del patrimonio cultural utilizan las técnicas más avanzadas (y costosas) de aislamiento o control para sobrevivir a las fuertes sacudidas con daños mínimos. Ejemplos de estas aplicaciones son la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles y el Museo de la Acrópolis[cita requerida].
Pronunciación antisísmica
Las catástrofes naturales son repentinas y peligrosamente potentes, lo que las convierte en una grave amenaza para las comunidades de todo el país. Los profesionales han aprendido a anticiparse a algunos, como los huracanes, las ventiscas y los tornados, pero otros pueden golpear sin previo aviso. Los terremotos de cualquier magnitud pueden producirse en cualquier momento del año sin apenas indicaciones. Pueden afectar a pequeñas zonas remotas o destruir grandes ciudades. Los expertos han descubierto zonas específicas de Estados Unidos muy propensas a los terremotos, pero técnicamente pueden ocurrir en cualquier lugar. En un país repleto de estructuras permanentes de acero, vidrio y hormigón, los terremotos suponen posiblemente la mayor amenaza de destrucción generalizada.
La Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA) trabaja en colaboración con el Programa Nacional de Reducción de Riesgos Sísmicos (NEHRP) para investigar y diseñar prácticas estructurales de construcción y normativas de protección contra los terremotos. Su objetivo es minimizar los daños y las lesiones a través de la integridad estructural de un edificio. Los profesionales de la seguridad de la FEMA y del NEHRP trabajan con ingenieros y arquitectos para identificar las características del edificio que afectan directamente a su comportamiento durante las sacudidas y las vibraciones.