Las lámparas, tapetes y floreros son indispensables para darle calidez a los espacios; sin embargo, estas piezas no lucen estéticas por sí solas, ya que primero es necesario acomodarlas estratégicamente para crear escenarios con armonía.
Los accesorios personalizan las áreas, acentúan los muebles y enfatizan puntos focales. Muchas veces, es difícil conocer el lugar exacto donde colocarlos, razón por la que es importante saber las directrices básicas de su distribución.
Para acomodar las piezas, primero hay que empezar por las que son funcionales, como las lámparas, y terminar por las decorativas, como los floreros. Así, cada objeto tendrá una importancia significativa dentro de las superficies.
Antes de escoger un objeto, las personas deben identificar si les gustan los ambientes clásicos o vanguardistas y, posteriormente, buscar elementos que proyecten el que prefieran.
Candiles con brazos dorados y muebles con chapa de madera tallada reflejan escenarios conservadores, mientras que las esculturas abstractas y luminarios de acero inoxidable crean espacios modernos.
Para lograr un equilibrio visual, los accesorios deben agruparse por materiales, proporciones y alturas. Además, pueden mezclarse por colores, texturas y formas, para así enriquecer el diseño de interiores. A diferencia de los muebles, que difícilmente se cambian de lugar y que no se adquieren todos los días, los objetos pueden rotarse continuamente, y así, plasmar diferentes propuestas decorativas.